En "Memorias del subsuelo" Dostoyevski hunde la mirada en el abismo interior, en los subsuelos de la conciencia, en esas cuevas, rezumantes y tenebrosas, donde se agitan las repulsivas alimañas que el hombre, por lo general, evita ver. Valerosamente, se desliza por esa cloaca, armado de la linterna sorda que es la mirada de la medianoche. Dostoyevski visita los pozos sucios de su personalidad, dispuesto a sacar a la luz toda esa basura. Admirable sesión de psicoanálisis antes de Freud. Dostoyevski va a hacer la vivisección del romanticismo en las entrañas de un romántico. El hijo del siglo va a dejar esta vez el corazón para operar en el intestino. Y así van surgiendo estas páginas amargas, desoladas y sarcásticas, en que el gran corazón del mito romántico queda convicto de falsedad y acorralado como una rata en su cueva.
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