Henry Ford solía decir: “tanto la persona que cree que puede, como la que cree que no puede, las dos están en lo cierto”. Si hay algo que tienen en común los grandes emprendedores es una gran fe en ellos mismos. Poseen una fe inquebrantable en su misión, sus habilidades y sus metas, y esta confianza multiplica su poder y libera su verdadero potencial. El mundo le abre campo a una persona decidida. Los fracasos no logran desanimarla, las caídas no pueden desilusionarla y las dificultades no van a desviarla ni un centímetro de su destino. Pase lo que pase, mantiene la visión en sus objetivos y sigue hacia delante.