La había contratado durante dos semanas, pero... ¿se trataba de un acuerdo estrictamente profesional? Amy llevaba enamorada de Hugh Balfour tanto tiempo como podía recordar, y su estrategia había sido evitarlo a toda costa. Pero ahora él necesitaba una ayudante y sólo Amy podía ocupar el puesto. Sólo eran dos semanas, así que con un pequeño cambio de imagen, Amy se convirtió en el paradigma de profesional fría y segura... al menos en apariencia. Lo que Hugh no le había dicho era que esperaba que su ayudante personal estuviera a su servicio las veinticuatro horas del día... sobre todo ahora que había empezado a ver a su vieja amiga de un modo muy diferente...
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