En condiciones normales, el príncipe Ethan no se habría acostado jamás con una empleada de palacio, pero cuando vio a la plebeya Jean Elizabeth Pryce en el baile, preciosa e irreconocible, le pareció demasiado deseable para ignorarla.
Pasado un tiempo descubrió quién era realmente y, poco después, supo que se había quedado embarazada de él. La solución para evitar el escándalo era hacerle la corte… ¿y tal vez pedirle que se casara con él?
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