Sebastian Savas y Neely Robson, una de las nuevas arquitectas del estudio, se caen mal desde el principio y, por desgracia, ella resulta ser además la inquilina de la casa flotante que acaba de comprarse.
Neely no puede vivir con un hombre como Sebastian. La tensión entre ellos es evidente y, aunque finge tener la situación controlada, en realidad, se está derritiendo por dentro.
Al tener que vivir y trabajar con Neely, Seb se da cuenta de que ha cometido un error al juzgarla antes de tiempo. No obstante, las ventajas de descubrir la inexperiencia de Neely en la cama superan con creces la irritación que le produce dicha equivocación.
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