Stacy Reeves era una mujer demasiado pragmática como para rechazar un millón de euros, sobre todo si para conseguirlo tenía que acostarse con el guapísimo empresario Franco Constantine. Aquella unión sería puro placer.
Lo que Stacy no sospechaba era que la proposición de Franco formaba parte de una apuesta. Si aceptaba, demostraría ser una cazafortunas y Franco conseguiría así el control total de la empresa. A menos que el millonario mintiera por la mujer con la que se estaba acostando…
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