Kelsey había pensado que trabajar con el solitario escritor Alex Markoff iba a ser el trabajo de sus sueños… hasta que lo conoció. Alex era tan guapo como una estrella de cine, pero sus malos modales pronto dejaron claro a Kelsey que no se alegraba de tenerla en su casa.
Ella era una luchadora y se negaba a pasar de puntillas al lado de un hombre que necesitaba que lo cuidaran, ¡aunque fuera demasiado testarudo para admitirlo! El muro que Alex había construido a su alrededor empezaba a agrietarse y, por primera vez en toda su vida, Kelsey se sentía muy cerca de alguien.
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