El implacable millonario griego quería su recompensa… en la cama
Bajo las órdenes de Angelos Zouvelekis, Chantal no tuvo más remedio que hacerse pasar por su futura esposa. El poderoso magnate la bañaría de joyas y lencería fina… pero ella se lo pagaría en especie.
Por mucho que admirara su cuerpo, Angelos creía que Chantal no era más que una ambiciosa cazafortunas. Pero entonces descubrió algo que desmontó todas sus arrogantes teorías: Chantal había llegado virgen a su cama.
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