Cuando Michael Medici vio a la bella camarera del cóctel bar, movió ficha. Una extraordinaria noche después, supo que quería más de Bella St. Clair. Por desgracia, acababa de comprar la empresa de su familia, y ella lo despreciaba.
En el vocabulario de un Medici no existía la palabra “no”, así que le hizo a Bella una oferta que ni la mujer más orgullosa habría podido rechazar: si era su amante, recuperaría la empresa. Ella accedió a la proposición, pero se negó a rendirse a la norma de que no habría sentimientos de por medio. ¿Sucumbiría el atractivo millonario al deseo oculto de su corazón?
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