Cuando Gina se enteró de que tendría que volver a ver a Antonio Ramírez, se sintió abatida y desconcertada. Años atrás, se había humillado a sí misma, lanzándose a los brazos de aquel insensible hombre. No obstante, tras un encuentro de negocios y tres tórridas noches de pasión, Antonio le pidió que se convirtiera en su esposa. Pero días después de su luna de miel, Gina descubrió la verdad: que su matrimonio había sido, desde el principio, un matrimonio de conveniencia.
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