La abogada Cassie Collins tenía un gran problema. La preciosa perrita de exhibición de su madre había tenido un idilio con el chucho de la puerta de al lado, y los cachorritos estaban en camino. Pero Nick Hardin, el dueño de Earl, el chucho, se resistía a tomarse el asunto a la tremenda y llenó su programa de radio, bastante escandaloso, de chistes sobre abogados que interponían demandas para acabar con una historia de amor perruno. El enfrentamiento se fue agravando hasta que los dos se dieron cuenta de que era mucho mejor hacer el amor y no la guerra...