William Walker siempre conseguía lo que quería, hasta que se encontró con la horma de su zapato.
India no se podía creer que se hubiera dejado convencer por su exjefe para volver a trabajar con él. Era arrogante. Dominador. La obsesionaba de un modo que no quería admitir. Cuando se fue del trabajo y lo dejó plantado se sintió genial, pero después, al ver al gran multimillonario completamente impotente ante un bebé, accedió a sus demandas. Y le preocupaba que no fuera a ser la última vez.
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