Amy Wyman se puso furiosa cuando su nuevo jefe se empeñó en controlar su trabajo. Era una enfermera con experiencia suficiente como para manejar cualquier tipo de situación... incluso tener que trabajar con el atractivo doctor Ryan Gregory.
La experiencia le había enseñado a Ryan que debía desconfiar de sus compañeros, pero aquella enfermera tan arisca estaba consiguiendo que sus ideas empezaran a flaquear... tanto como su corazón. Los dos debían aprender algo: ella tenía que empezar a ser más paciente y él tenía que confiar en ella.
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