Después de muchos años en los que lo primero para ella había sido su negocio, Alexis Baylor había decidido ocuparse un poco de sí misma.
En aquella isla iba a poder disfrutar de una apasionada aventura sin compromisos con un guapísismo desconocido. No podía sospechar que aquel desconocido tuviera sus propios planes...
Jackson Witt estaba allí para hacer pagar a Alexis Baylor por todo lo que había hecho. Convencido de que ella le había robado la tecnología que le habría hecho ganar una fortuna, decidió que él también debía robarle algo a ella: el corazón.
El plan era muy sencillo; solo tenía que seducirla, hacer que se enamorara locamente y después largarse. El problema era que él no había contado con que la atracción podía ser mutua.
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