¿Conduciría un largo y apasionado beso a esa novia renuente hasta el altar?
Natalie Sharpe, organizadora de bodas, nunca pronunciaría el "sí, quiero". Su lado cínico no creía en el amor, pero su lado femenino creía en el deseo. Cuando en una boda organizada en el último momento, se reencontró con el apuesto hermano de la novia, que había sido su amor de adolescente y el protagonista de todas sus fantasías, deseó tener una segunda oportunidad de que pasara algo entre ellos.
Colin Russell ya no era un adolescente, sino un hombre hecho y derecho y organizar con él la boda de su hermana era una tentación a la que Natalie no podía resistirse.
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