LA PALABRA «CHAMANISMO» se emplea aquí para indicar las tradiciones de origen prehistórico propias de los pueblos mongoloides, incluidos los indios americanos. En Asia, el chamanismo propiamente dicho no solo lo encontramos en Siberia, sino también en el Tíbet —en la forma del Bön Po—, Mongolia, Manchuria y Corea; la tradición china prebúdica, con la rama confuciana y la taoísta, está igualmente entroncada con esta familia tradicional, y lo mismo ocurre con el Japón, donde el chamanismo originó esa tradición particular que es el Shinto. Todas estas doctrinas se caracterizan por la oposición complementaria de la Tierra y Cielo y por el culto a la naturaleza, considerada esta en el aspecto de su causalidad esencial y no de su accidentalidad existencial; se caracterizan asimismo por cierta parsimonia en la escatología —muy manifiesta incluso en el Confucianismo— y sobre todo por la función central del chamán, desempeñada en la China por los Taotsé y en el Tíbet por los lamas adivinos y exorcistas.