Christina sabía que no había ningún caballero andante esperando para salvarla.
La única manera de conseguir la libertad era luchando por ella, por eso, cuando aquel guapísimo desconocido se ofreció a ayudarla, Christina desconfió de él.
Su desconfianza aumentó cuando empezó a trabajar para una princesa y volvió a aparecer el misterioso Luc Henri. Pero Christina no se dejó engañar por su encanto y sus atenciones, era imposible que ella fuera lo que él andaba buscando. Christina no creía en el amor ni en el hombre perfecto, pero por mucho empeño que pusiera en alejarlo de su lado, lo cierto era que no podía quitárselo de la cabeza.
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