Antes de Eurípides el género trágico tenía un tono heroico y espiritual que cultivaron Esquilo y Sófocles; las obras de Eurípides representan un cambio de concepción en dicho género; se caracterizan por tener un tratamiento más cercano al hombre y la realidad corrientes. El héroe aparece retratado con sus flaquezas y debilidades, dominado por oscuros y secretos sentimientos que le impiden enfrentarse a su destino, del que finalmente es liberado por la intervención de los dioses al término de la obra. En sus tragedias pasa a primer término el tratamiento psicológico de los personajes, de gran profundidad. Poseía un sentido más delicado de retratar las miserias humanas. Utilizaba, tanto como podía, las situaciones violentas, fecundas en pasiones y sufrimientos.